jueves, 24 de septiembre de 2015

Fabulas Infantiles con Moraleja Para Niños

Fábulas infantiles cortas con moraleja para niños


La fábula es un estilo literario clásico y fantástico, caracterizado por la enseñanza de determinados valores, considerados importantes para la sociedad de cada momento. Estas fábulas para niños y para el público en general, se caracterizan por su brevedad, por su ritmo narrativo, y por la didáctica de sus historias en forma de moraleja o alegorías. Se dice que las fábulas ya fueron cultivadas por los primeros hombres de la antigüedad, época en la cual destaca por encima de todos los fabulistas el griego Esopo, aunque su éxito rotundo lo alcanzarían en la Edad Media, gracias a escritores tan famosos como el escritor español Félix María Samaniego o el francés Jean de La Fontaine.
Incorporamos al Bosque de las Fantasías esta nueva sección de fábulas cortas para niños actualizadas, que no os debéis perder, si bien no necesariamente como contenido de rigurosa calidad didáctico-educativa (debido a la antigüedad de la mayoría de las fábulas cortas que se conservan), sí por la inmensa riqueza de su valor histórico, literario y cultural.
La fantasía y aventuras que rodean a la mayoría de fábulas infantiles, junto a los personajes singulares y maravillosos que las habitan, reivindicaban ya su presencia en El Bosque.  ¡Esperamos que disfrutéis con esta nueva sección de contenido adaptado para vosotros!

Fábula: El Egoísta


El Egoísta: Fábula infantil

Érase una vez un hipopótamo que tomaba el autobús muy, muy temprano, para acudir a su trabajo. Pero este hipopótamo, en lugar de guardar su sitio en la cola como hacían los demás, no dudaba en imponerse a todos a fuerza de empujones y manotazos hasta verse el primero de la fila. Con frecuencia este hipopótamo egoísta causaba peleas enturbiando el buen ambiente del vecindario.
No contento con situarse por la fuerza el primero, una vez se encontraba en el autobús, el hipopótamo subía a lo bruto repartiendo sin vergüenza codazos y pescozones a sus pobres compañeros de viaje hasta que conseguía hacerse también con el asiento que mejor le pareciese. El hipopótamo no reparaba en las formas a la hora de salirse con la suya.
Una vez en el asiento elegido, el hipopótamo abría un periódico amarillento y lo extendía al máximo posible con el fin de tapar la cara y agobiar a su compañero de asiento. Además, y por si esto fuera poco, le daba por toser y bostezar con la boca abierta y a un buen volumen, con el único fin de molestar y fastidiar a todo el mundo.
A la hora de salir del autobús, el hipopótamo lo hacía del mismo modo que había entrado, arrollando con sus fuertes pisotones a los viajeros del autobús que se situaban delante para salir el primero. ¡Qué alivio sentían todos cuando pisaba la calle y parecía alejarse!
Que mala consejera es la envidia, como muestra esta historia. Y es que, amiguitos, es importante recordar que para vivir en sociedad y no ser temidos ni rechazados, hemos de preocuparnos por el bienestar de los demás como si fuera el propio evitando molestar a nadie y mostrando en cada paso nuestra buena educación.




Las patas de un elefante | Fábula infantil


Va a comenzar la primera clase de la tarde. Un gorila, sentado en su pupitre, se entretiene mirando a su alrededor. Está aburrido y, además, se le conoce por su insaciable curiosidad. Tras pasear sus ojos por los demás pupitres, repara en un nuevo alumno. Es el elefante, y la verdad es que le cuesta un poco sentarse como los demás alumnos. ¡Tiene un cuerpo tan grande!
El gorila se fija en sus propias patas; después las compara con las del elefante, y sonríe muy divertido.  « ¿Cómo se las va a apañar para escribir con esas patas tan enormes?. Seguro que no sabe ni poner la jota», piensa para sus adentros el gorila.
Tras esto, llega el profesor y lo primero que les ordena es que escriban sus propios nombres. El gorila no quita ojo al elefante; este, sin inquietarse, coge el lápiz con su trompa, y se pone a escribir tranquilamente. El gorila está asombrado. ¡Con qué destreza maneja el elefante lápiz y papel!, mientras el, por el contrario, tarda de lo lindo en comenzar a escribir su nombre.
Una vez corregidos los ejercicios, el profesor se apresura a felicitar al elefante, pues ha sido él quien ha conseguido la nota más alta. El gorila, en cambio, no ha pasado del aprobado. Verde de envidia, observa de reojo al elefante, mientras da vueltas y más vueltas a su lápiz. «No volveré a reírme nunca más de las patas de un elefante», pensó el gorila.
Y es que en la vida es importante el siguiente dicho: «Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces…».

 

El tigrito que se mordía las uñas : Fábula para niños


Érase una vez un tigrito muy travieso y nervioso que tenía la costumbre de morderse las uñas. Con mucha frecuencia, su madre le seguía los pasos, tratando de sorprenderle en el momento justo de llevarse las patas a la boca, y poder así reprenderle con razón. Ella probó diferentes métodos, pero llegó a convencerse de que era imposible persuadir a su hijo de lo nocivo que era ese hábito. Aun así, no pasaba día sin que regañase al tigrito:
·         Deberías observar a tus amiguitos. Ellos tienen las uñas largas y lustrosas. Se sienten orgullosos de lucirlas. Tú, en cambio… ¡oh, qué disgustos me das con tu costumbre! – Se quejaba la mamá.
·         ¡Buah! No veo nada malo en morderme las uñas, mamá. – Respondía el tigrito con un gesto travieso, mientras seguía muerde que te muerde.
Llegó la primavera y, como siempre, el tigrito se fue al bosque para jugar con sus amiguitos. Esta vez le acompañaban dos de ellos. Corretearon largo rato de acá para allá; de pronto, uno de los amigos del tigrito vio que un pájaro se posaba en las ramas de un árbol; sin pensarlo dos veces, empezó a trepar veloz como el rayo. Naturalmente, nuestro tigrito intentó imitar a sus compañeros de juegos, pero se encontró con que no tenía uñas.
·         ¡Oh, no puedo agarrarme al tronco de este árbol! Si tuviera uñas como ellos… – Exclamó el tigrito.
Lleno de vergüenza, fue a esconderse detrás de un matorral. Mientras sus amigos intentaban cazar al pájaro, el tigrito se hizo el firme propósito de no volver a morderse las uñas.
.


El jilguero y el cisne | Fábula infantil

– ¡Calla ya, pajarillo vocinglero!- Exclamó un gran cisne a un humilde jilguero. ¿Por qué me provocas a cantar, cuando de mi voz sale la melodía más dulce, que jamás ha tenido lugar entre las aves?
El jilguero continuaba en sus trinos, y el cisne, ofendido continuó:
– ¡Qué insolencia! ¡Miren como me insulta el jilguerillo! Si no me decido a humillarle con mi canto, le habrá de dar gracias a mi gran prudencia y educación.
– ¡Claro que sí, canta!- respondió el jilguero interrumpiendo su canto- Y así escucharé esos cantos tan afamados que jamás he oído y que dices son mejor que los míos…
Tras esto quiso el cisne cantar, y dio un enorme y chirriante graznido. Y es que de nada sirve la fama, sino se corresponden las obras.

El burro flautista: Fábula infantil

   Esta fabulita,
salga bien o mal,
se me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
« ¡Oh!-dijo el borrico-
¡Qué bien se tocar!
¡Y dicen que es mala
la música asnal!»
Sin reglas del arte
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
                      (Sin reglas del arte, el que en algo acierta… ¡es por obra de arte!)


 El león y el mosquito | Fábula infantil


Encontrábase un día un león, reposando tranquilamente en la selva, cuando un mosquito trompetero decidió declararle la guerra.
– ¡No creas que tu título de rey me inquieta!- Exclamaba el insecto volador desafiante al león, conocido como el rey de la selva.
Tras aquellas palabras, el mosquito, ni corto ni perezoso, empezó a rodear al león volando de un lado a otro, subiendo y bajando, mientras hacía sonar su larga trompeta.
¡El león rugía enfurecido ante el atrevimiento del mosquito! Y a pesar de sus intentos por zafarse, el mosquito le picaba en el lomo, en el hocico y hasta en la nariz, hasta que el león se derrumbó en el suelo por el cansancio.
Sentíase victorioso el mosquito, y alzando de nuevo su trompeta, retomó el camino por el que había venido. Pero tropezó en su marcha el mosquito con una tela de araña, y vencido se vio también.
Y es que no existen nunca peligros pequeños, ni tropiezos insignificantes.

Fábula corta: La lechera



La lechera y el cántaro de leche | Fábula Infantil



Juana la lechera caminaba muy contenta con su cántaro de leche sobre la cabeza. Imaginaba ya en qué forma gastaría todo el dinero que la venta del cántaro le iba a proporcionar: «Podré adquirir un cerdo, no me costará mucho cebarlo; con su venta ganaré dinero. Entonces me compraré una vaca, que tendrá un ternerillo; y más tarde seré dueña de un rebaño…».
Comenzó a dar saltos de alegría ante su idea, cuando de pronto tropezó, y el cántaro de leche cayó al suelo haciéndose mil pedazos. ¡Adiós al ternero, a la vaca, al cerdo y al rebaño! Desolada observaba el cántaro roto la lechera, consciente de haber sufrido la pérdida de su fortuna antes de lograrla.

Sin embargo, a pesar de los pesares, todos construimos castillos en el aire, porque no hay nada más humano ni esperanzador.


FUENTE BIBLIOGRAFICA: www.bosquedefantasias.com/fabulas-infantiles-cortas

No hay comentarios:

Publicar un comentario