Fábulas
infantiles cortas con moraleja para niños
La fábula es un estilo literario clásico y
fantástico, caracterizado por la enseñanza de determinados valores,
considerados importantes para la sociedad de cada momento. Estas fábulas para
niños y para el público en general, se caracterizan por su brevedad, por su
ritmo narrativo, y por la didáctica de sus historias en forma de moraleja o
alegorías. Se dice que las fábulas ya fueron cultivadas por los primeros
hombres de la antigüedad, época en la cual destaca por encima de todos los
fabulistas el griego Esopo, aunque su éxito rotundo lo alcanzarían en la Edad
Media, gracias a escritores tan famosos como el escritor español Félix María Samaniego o el francés Jean de La Fontaine.
Incorporamos
al Bosque de las Fantasías esta nueva sección de fábulas cortas para niños
actualizadas, que no os debéis perder, si bien no necesariamente como contenido
de rigurosa calidad didáctico-educativa (debido a la antigüedad de la mayoría
de las fábulas cortas que se conservan), sí por la inmensa riqueza de su valor
histórico, literario y cultural.
La fantasía y aventuras que rodean a
la mayoría de fábulas infantiles, junto a los personajes singulares y
maravillosos que las habitan, reivindicaban ya su presencia en El Bosque.
¡Esperamos que disfrutéis con esta nueva sección de contenido adaptado para
vosotros!
Fábula: El Egoísta
El Egoísta: Fábula infantil
Érase una vez un hipopótamo que tomaba el autobús muy, muy
temprano, para acudir a su trabajo. Pero este hipopótamo, en lugar de guardar
su sitio en la cola como hacían los demás, no dudaba en imponerse a todos a
fuerza de empujones y manotazos hasta verse el primero de la fila. Con
frecuencia este hipopótamo egoísta causaba peleas enturbiando el buen ambiente
del vecindario.
No contento con situarse por la fuerza el primero, una vez se
encontraba en el autobús, el hipopótamo subía a lo bruto repartiendo sin
vergüenza codazos y pescozones a sus pobres compañeros de viaje hasta que
conseguía hacerse también con el asiento que mejor le pareciese. El hipopótamo
no reparaba en las formas a la hora de salirse con la suya.
Una vez en el asiento elegido, el hipopótamo abría un periódico
amarillento y lo extendía al máximo posible con el fin de tapar la cara y
agobiar a su compañero de asiento. Además, y por si esto fuera poco, le daba
por toser y bostezar con la boca abierta y a un buen volumen, con el único fin
de molestar y fastidiar a todo el mundo.
A la hora de salir del autobús, el hipopótamo lo hacía del mismo
modo que había entrado, arrollando con sus fuertes pisotones a los viajeros del
autobús que se situaban delante para salir el primero. ¡Qué alivio sentían
todos cuando pisaba la calle y parecía alejarse!
Que mala consejera es la envidia, como muestra esta historia. Y
es que, amiguitos, es importante recordar que para vivir en sociedad y no ser
temidos ni rechazados, hemos de preocuparnos por el bienestar de los demás como
si fuera el propio evitando molestar a nadie y mostrando en cada paso nuestra
buena educación.
Las patas de un elefante
| Fábula infantil
Va a comenzar la primera clase de la tarde. Un gorila, sentado en su pupitre, se entretiene mirando a su alrededor. Está aburrido y, además, se le conoce por su insaciable curiosidad. Tras pasear sus ojos por los demás pupitres, repara en un nuevo alumno. Es el elefante, y la verdad es que le cuesta un poco sentarse como los demás alumnos. ¡Tiene un cuerpo tan grande!
El gorila se fija en sus propias patas; después las compara con
las del elefante, y sonríe muy divertido. « ¿Cómo se las va a apañar para
escribir con esas patas tan enormes?. Seguro que no sabe ni poner la jota»,
piensa para sus adentros el gorila.
Tras esto, llega el profesor y lo primero que les ordena es que
escriban sus propios nombres. El gorila no quita ojo al elefante; este, sin
inquietarse, coge el lápiz con su trompa, y se pone a escribir tranquilamente.
El gorila está asombrado. ¡Con qué destreza maneja el elefante lápiz y papel!,
mientras el, por el contrario, tarda de lo lindo en comenzar a escribir su
nombre.
Una vez corregidos los ejercicios, el profesor se apresura a
felicitar al elefante, pues ha sido él quien ha conseguido la nota más alta. El
gorila, en cambio, no ha pasado del aprobado. Verde de envidia, observa de
reojo al elefante, mientras da vueltas y más vueltas a su lápiz. «No volveré a
reírme nunca más de las patas de un elefante», pensó el gorila.
Y es que en la vida es importante el siguiente dicho: «Dime de
lo que presumes y te diré de lo que careces…».
El tigrito que se mordía las uñas : Fábula para niños
Érase una vez un tigrito muy travieso y nervioso que tenía la costumbre de morderse las uñas. Con mucha frecuencia, su madre le seguía los pasos, tratando de sorprenderle en el momento justo de llevarse las patas a la boca, y poder así reprenderle con razón. Ella probó diferentes métodos, pero llegó a convencerse de que era imposible persuadir a su hijo de lo nocivo que era ese hábito. Aun así, no pasaba día sin que regañase al tigrito:
·
Deberías observar a tus amiguitos. Ellos tienen las uñas largas
y lustrosas. Se sienten orgullosos de lucirlas. Tú, en cambio… ¡oh, qué
disgustos me das con tu costumbre! – Se quejaba la mamá.
·
¡Buah! No veo nada malo en morderme las uñas, mamá. – Respondía
el tigrito con un gesto travieso, mientras seguía muerde que te muerde.
Llegó la primavera y, como siempre, el tigrito se fue al bosque
para jugar con sus amiguitos. Esta vez le acompañaban dos de ellos. Corretearon
largo rato de acá para allá; de pronto, uno de los amigos del tigrito vio que
un pájaro se posaba en las ramas de un árbol; sin pensarlo dos veces, empezó a
trepar veloz como el rayo. Naturalmente, nuestro tigrito intentó imitar a sus
compañeros de juegos, pero se encontró con que no tenía uñas.
·
¡Oh, no puedo agarrarme al tronco de este árbol! Si tuviera uñas
como ellos… – Exclamó el tigrito.
Lleno de vergüenza, fue a esconderse detrás de un matorral.
Mientras sus amigos intentaban cazar al pájaro, el tigrito se hizo el firme
propósito de no volver a morderse las uñas.
.
El jilguero y el cisne | Fábula infantil
– ¡Calla
ya, pajarillo vocinglero!- Exclamó un gran cisne a un humilde jilguero. ¿Por
qué me provocas a cantar, cuando de mi voz sale la melodía más dulce, que jamás
ha tenido lugar entre las aves?
El
jilguero continuaba en sus trinos, y el cisne, ofendido continuó:
–
¡Qué insolencia! ¡Miren como me insulta el jilguerillo! Si no me decido a humillarle con mi canto, le
habrá de dar gracias a mi gran prudencia y educación.
– ¡Claro que sí, canta!- respondió el jilguero interrumpiendo su canto- Y así escucharé esos cantos tan afamados que jamás he oído y que dices son mejor que los míos…
– ¡Claro que sí, canta!- respondió el jilguero interrumpiendo su canto- Y así escucharé esos cantos tan afamados que jamás he oído y que dices son mejor que los míos…
Tras
esto quiso el cisne cantar, y dio un enorme y chirriante graznido. Y es que de
nada sirve la fama, sino se corresponden las obras.
El burro flautista: Fábula
infantil
Esta fabulita,
salga bien o mal,
se me ha ocurrido ahora
por casualidad.
salga bien o mal,
se me ha ocurrido ahora
por casualidad.
Cerca
de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
que hay en mi lugar,
pasaba un borrico
por casualidad.
Una
flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.
Acercóse
a olerla
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
el dicho animal,
y dio un resoplido
por casualidad.
En
la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.
«
¡Oh!-dijo el borrico-
¡Qué bien se tocar!
¡Y dicen que es mala
la música asnal!»
¡Qué bien se tocar!
¡Y dicen que es mala
la música asnal!»
Sin
reglas del arte
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
borriquitos hay
que una vez aciertan
por casualidad.
(Sin reglas del
arte, el que en algo acierta… ¡es por obra de arte!)
El león y el mosquito | Fábula infantil
Encontrábase un día un león, reposando tranquilamente en la selva, cuando un mosquito trompetero decidió declararle la guerra.
–
¡No creas que tu título de rey me inquieta!- Exclamaba el insecto volador
desafiante al león, conocido como el rey de la selva.
Tras
aquellas palabras, el mosquito, ni corto ni perezoso, empezó a rodear al león
volando de un lado a otro, subiendo y bajando, mientras hacía sonar su larga
trompeta.
¡El
león rugía enfurecido ante el atrevimiento del mosquito! Y a pesar de sus
intentos por zafarse, el mosquito le picaba en el lomo, en el hocico y hasta en
la nariz, hasta que el león se derrumbó en el suelo por el cansancio.
Sentíase
victorioso el mosquito, y alzando de nuevo su trompeta, retomó el camino por el
que había venido. Pero tropezó en su marcha el mosquito con una tela de araña,
y vencido se vio también.
Y
es que no existen nunca peligros pequeños, ni tropiezos insignificantes.
Fábula corta: La lechera
La lechera y el cántaro de leche | Fábula Infantil
Juana la lechera caminaba muy contenta con su cántaro de leche sobre la cabeza. Imaginaba ya en qué forma gastaría todo el dinero que la venta del cántaro le iba a proporcionar: «Podré adquirir un cerdo, no me costará mucho cebarlo; con su venta ganaré dinero. Entonces me compraré una vaca, que tendrá un ternerillo; y más tarde seré dueña de un rebaño…».
Comenzó a dar saltos de alegría ante su idea, cuando de pronto
tropezó, y el cántaro de leche cayó al suelo haciéndose mil pedazos. ¡Adiós al
ternero, a la vaca, al cerdo y al rebaño! Desolada observaba el cántaro roto la
lechera, consciente de haber sufrido la pérdida de su fortuna antes de
lograrla.
Sin embargo, a pesar de los pesares, todos construimos castillos
en el aire, porque no hay nada más humano ni esperanzador.
FUENTE BIBLIOGRAFICA: www.bosquedefantasias.com/fabulas-infantiles-cortas
FUENTE BIBLIOGRAFICA: www.bosquedefantasias.com/fabulas-infantiles-cortas
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